Botón de WhatsApp

Nadie sabe cómo se mata a un dragón

«Allí por donde andes,
andaré yo,
entre la tierra y tu sombra»
Gioconda Belli.


Deberás verla, un día cualquiera, quizás, pasar como si nada.
Tus ojos deberán descubrir la luz tenue en la mirada, que te dirá: “aquí, sigue el camino correcto”.
Deberás sentirte torpe, desde la barriga, hasta la punta del cabello.
Sí, el mundo se te volverá cuadrado, y redondo, y tus manos burbujas de jabón.
Sí, se te pasarán todos los días en un instante, y comenzarás el viaje.

Cruzarás los ríos de tus miedos y serás vencedor, poniendo cara de niño y pose de gigante inocente.
Deberás trepar las montañas oscuras de tus tiempos mejores, cometer errores en tus pasos, desandar caminos en medio de un desierto de araucarias.
Deberás saltar las piedras de amores ya soltados, caminar descalzo sobre ese espanto silencioso cuyo rostro anuncia, ninguna bienvenida.
Sí, lo dicho y lo silenciado, deberás cruzarlo a nado.
Sí, en las esquinas perdidas de lo que nunca fue, pasarás en limpio tus mejores versos.
Deberás leer en las estrellas, la impotencia de las constelaciones diciéndote —para despistarte— “no hablamos del destino sino, de la soledad de la distancia, del brillo sutil de los recuerdos idos”.
En el mapa de tus caídas, sentirás el peso de la sangre de los años, la sed que inundará tu boca y el cansancio, de tanta nada.
Te lastimarán las espinas de las caricias ausentes.
En el viaje, sabrás del sabor del agua fresca, pero será menester primero, mojar tus labios con la arena del desconsuelo.
En el campo cotidiano de batalla, será tu pensamiento estratégico, caliente arena de una playa que a nadie baña.
Deberás salvaguardar tu pecho —ese bosque verde, esa savia pura—, que te regalará el temple del no vencido, el brote de toda fe.
Sí, deberás perecer, más no morir.
Deberás gritar, más no aturdir.
Sí, caminar, más no correr.
Sí, callar, más no enmudecer.

Durante todo tu viaje procurarás proteger la belleza en su torre, salvarla del tiempo y del olvido y así; te casarás con la princesa pero primero, matarás al dragón.

Deja un comentario