“como un muerto propio
al que se intenta olvidar
y cuyas ropas frías
irrumpen a cada paso.”
Eugenia Puertas Holgado
Los cajones decretando orden, las perchas mirando hacia el mismo lado —como establece el feng shui—, las zapatillas como soldados, custodiando la entrada.
En aquella bolsa, las prendas —con los recuerdos que arrastran— listas, para ser exiliadas.
La cama —de princesa olvidada en una torre decierta— tiene sus tantos almohadones resplandecientes y las sábanas perfectas, oliendo a perfume nuevo.
Ahí está el armario ordenado, la cama ordenada, el cuarto ordenado, la casa ordenada.
Todo en su sitio, diría cualquiera.
Alguien respira el desorden que no se ve;
alguien respira como una media,
en el cajón equivocado.